
Lo cierto es que me tomé unas semanitas de vacaciones para descansar, disfrutar y recorrer mucho. La última parte de mi viaje fue la más linda, mucha aventura, un largo recorrido para llevarle a un ruso unos euros de parte de un amigo, un romance de esos donde arden las tangas con apenas una mirada, cerveza corona al atardecer, cenas románticas con velas y todo, almuerzos en una aldea sin tiempo, viajes en tren y besos en el viaje (y en la estación y en el tren y....). Pero, como todo lo maravilloso, alguna vez termina. Hubo mucho fuego y me traje las cenizas con la esperanza de quizás otro viaje, quizás otras vacaciones...