Ya pasó otra primavera y, como el año pasado, esta flor ya no está en mi ventana. A diferencia del tulipán, de la rosa ni siquiera pude guardar su bulbo. Apenas esta foto.
Ilusoriamente creí que reteniendo su imagen congelada quedaría algo de lo que fue, de lo feliz que me hizo. Pero no.
Sin embargo, miro el contraste de sus colores, sus venas y sus pliegues, su textura y sus espinas y cuánto me recuerdan al dolor y a la felicidad...
2 de diciembre de 2009
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